Ser peregrino

Soy un viajero errante, que peregrina movido por la fe. Homo viator, un hombre en camino. Vengo de alguna parte y a alguna parte voy. Mi vida brota del amor de Dios y en Él encuentro el sentido de la vida. El ir en peregrinación es una forma de vida que cada día puedo vivir. Ya sea en medio de las ocupaciones de cada día o caminando hacia lugares santos como hicieron mis antepasados. La cuestión es siempre la misma: ¿Estoy verdaderamente en camino hacia un Dios que habita en el fondo de mi corazón?
- A lo largo de mi peregrinación asumo conscientemente que vivo sin hogar, rompiendo con los "hogares" que a lo largo del tiempo yo mismo me he creado, para buscar un hogar eterno en Dios. Así es como expreso el anhelo de ser acogido y amado por Dios.
- El corazón del peregrino es un corazón de pobre. Intento liberar mi corazón de todo tipo de apego. Es el camino en sí mismo lo que me ayuda. El propio hecho de hacer las maletas supone ya renunciar a un sinfn de cosas. A lo largo del camino tendré que dejar a un lado mis planes, pues no voy a ser capaz de cumplirlos. Renuncio a asegurar por adelantado un puesto en los albergues para confiarme a la buena voluntad de las personas. Solamente pasaré una noche en cada albergue - si mi estado físico me lo permite- renunciando al placer de hacer turismo, para poder avanzar sin parar hacia mi objetivo.
- La renuncia es una de las caras del ser peregrino y queda vacía si no se tiene en cuenta la otra cara. Renuncio a algo para ser libre de acoger alguna cosa más valiosa. Libre para Dios y para todo aquello que tiene valor.
- El final de mi peregrinación está simbolizado por Dios. Para llegar a este final, pongo ante mi ojos el amor de Dios que me ayuda en los momentos de decaimiento.
- La peregrinación es algo personal y comunitario al mismo tiempo. Mientras hago mi camino que me conduce a Dios, como peregrino, mi vida se convierte en signo para todos aquellos que viven junto al camino.
- Cuanto más y mejor avanzo hacia Dios, descubro que aún mejor consigo salir de mi mismo y el camino interior me acerca más y más a los hombres. Me encuentro con compaűeros de viaje junto a lo cuales puedo realizar mi camino. Mi apertura a ellos, el hecho de crear comunidad llenan mi peregrinación de una fuerza transformadora.
Como peregrino-cristiano estoy convencido de que sólo existe un camino y ese es el camino de Dios. Camino encarnado en Jesucristo. Él es El Camino por el cual la vida llega a su plenitud. Nos quiere liberar de la muerte en todas sus formas posibles. A lo largo de mi peregrinación debo morir al pecado, al orgullo, al egoísmo para que mi camino se convierta en Pascua, paso a la vida. El Señor resucitado es el Camino que conduce de la muerte a la vida. Sólo siguiendo sus pasos puedo llegar hasta el final.
Yo soy el Camino - dice Jesús- nadie va al Padre si no es por mí. (Jn 14,6)